Reducir el consumo de energía y aumentar tanto el confort como la seguridad de los trabajadores es el objetivo para quienes diseñan los nuevos espacios de trabajo
El progreso tecnológico ha transformado los entornos laborales. Son muchas las personas que pasan buena parte de sus vidas sentadas frente al ordenador o teléfono, por lo que optimizar las condiciones del lugar repercute en la productividad y satisfacción de los empleados. Al auge de los dispositivos móviles y del teletrabajo habría que sumar la “inteligencia” que adquieren multitud de oficinas gracias a los sistemas inmóticos.
Desde la regulación automática de la temperatura hasta el encendido de las luces en función de las necesidades de la persona. “Una oficina inteligente es un espacio amable con sus habitantes y con el entorno, que permite desarrollar la actividad laboral en condiciones óptimas de confort y mejorar la productividad de los empleados gracias a un integración adecuada de las tecnologías, haciendo un uso eficiente de los recursos”, afirma Ángel Francisco Agudo, coordinador del Máster en Domótica y Hogar Digital de la Universidad Politécnica de Madrid.
Sergio Cantos, profesor del Máster en Automática, Domótica y Robótica de La Salle Campus Barcelona, resalta que “la inteligencia es una cualidad humana no atribuible a los objetos, y que la inteligencia artificial tiene mucho de artificial y poco de inteligente, por lo que una oficina inteligente es aquella capaz de proporcionar información sobre lo que pasa en ella e incluso mostrar factores clave que ayuden a resolver problemas”.
Es fundamental que los dispositivos inmóticos utilizados para controlar oficinas se aprovechen al máximo. Para Michael Sartor, miembro del departamento técnico de la Asociación de Fabricantes de Material Eléctrico (AFME), “si instalo, por ejemplo, un detector de presencia debería usarse no sólo para apagar la luz, sino para bajar la calefacción, el aire acondicionado u otras aplicaciones. La ingeniería que hay detrás de la domótica e inmótica, es decir, la integración de todos los aparatos, es muy importante”.
La profunda penetración de tablets y smartphones es, sin duda, clave para el desarrollo de estos sistemas inteligentes. La banda ancha, accesible a todo el mundo, permite una gran visualización del control, lo que se conoce como interfaz hombre-máquina (Human-Machine Interface o HMI). Además, la interoperabilidad comunica de forma directa dos artilugios, y sustituye uno por otro sin interferir en el proceso.
“La integrabilidad posibilita la comunicación entre varios aparatos utilizando otro como puente entre ellos. Sistemas hasta hace poco tiempo difícilmente conectables forman ahora sinergias que multiplican la funcionalidad de la domótica”, destaca el profesor Cantos, quien parafrasea a Lord Kelvin: “todos los procesos mejoran en cuanto se pueden medir y cuantificar”.
Existen sustanciales progresos en el ámbito de la domótica y de la inmótica. En el campo de las comunicaciones son especialmente interesantes, ya que la movilidad resulta crucial en un mundo cada vez más global. Así, el teletrabajo, las teleconferencias o la existencia de espacios de trabajo compartidos online constituyen una realidad.
Por otra parte, y de forma experimental, “se están realizando proyectos en los que, mediante redes de sensores, se pueden medir el rendimiento de los trabajadores, especialmente en el caso de fábricas o talleres. Gracias a ello se obtiene un control inteligente de la productividad de cada área y se identifican necesidades específicas”, afirma Sergio Cantos.
La eficiencia energética y el autoabastecimiento suponen un quebradero de cabeza para muchas compañías. Controlar la iluminación natural acorde al confort de los trabajadores o regular la temperatura de la oficina en función de la predicción meteorológica son aspectos que ayudan al ahorro económico y de energía.
“El apartado en el que más se está trabajando son las auditorías energéticas, que sirven para conocer cómo se gasta la energía y permiten detectar irregularidades o defectos subsanables a nivel de instalación”, expone Cantos.
El escaso impacto del edificio en el medio ambiente constituye un auténtico reto. Lograr inmuebles de consumos energéticos casi nulos, donde no sólo se genere energía con fuentes alternativas, sino que se haga un uso extremadamente eficiente de la misma, es la meta. “La integración de las tecnologías permite gestionar los espacios, monitorizando la vida útil de los elementos y haciendo posible un mantenimiento predictivo. Adicionalmente se puede centralizar el control e incluso gestionarlo de manera remota”, asegura Ángel Francisco Agudo.
En este contexto, un proyecto de investigación, SmartOffice, demuestra el potencial que ofrecen las tecnologías TIC para diseñar espacios y oficinas más sostenibles. “El objetivo es la construcción de una plataforma basada en el despliegue de una red inalámbrica de sensores que mida factores ambientales del espacio como la temperatura, la luminosidad y la humedad, pudiendo monitorizar también el consumo de energía de la oficina”, declara José Javier García, investigador de Barcelona Digital, encargados del proyecto. “Mediante una plataforma web, los datos obtenidos pueden ser monitorizados en tiempo real por parte de los usuarios”, prosigue.
El paradigma laboral ha sufrido una revolución. La implantación del desarrollo inmótico transforma los estándares establecidos hasta la fecha. Todas las oficinas del futuro serán “inteligentes”, opina Cantos. “Las empresas distribuidoras de energía han empezado a instalar contadores inteligentes para obtener información de consumos en tiempo real y optimizar sus procesos. Las oficinas lo harán en breve en este apartado a nivel particular y seguro que le sigue la automatización e integración de otros procesos en una red de control”, continúa.
Según Michael Sartor, “las oficinas inteligentes se están instalando a buen ritmo. Hoy en día ya hay legislaciones europeas, nacionales e incluso autonómicas en España que obligan a instalar sistemas domóticos e inmóticos en las nuevas construcciones”.
El objetivo es hacer un uso racional de los recursos para mejorar el rendimiento y comodidad de los trabajadores. Ángel Francisco Agudo cree que “la tecnología debe ser entendida como un medio y nunca como un fin. El Máster pretende formar a nuestros alumnos en el manejo integrado de todo tipo de tecnologías enfocadas a entornos residenciales, terciarios o urbanos para la provisión de servicios que mejoren la calidad de vida de las personas y contribuyan al desarrollo sostenible”.
Los nuevos profesionales están obligados a atender diferentes frentes. “En el contexto de la normativa europea, los edificios de consumo energético casi cero serán obligatorios en los próximos años”, vaticina Agudo. “También debe producirse una adaptación de las edificaciones para cumplir con las certificaciones de distintos tipos o con las prestaciones de servicios como la seguridad, el confort y la tele asistencia”, concluye.